Hoy, más que nunca, nos toca reflexionar sobre la importancia de la conciencia y de la lucha para que el derecho inalienable a tener un trabajo digno se concrete.
Como trabajadores de la ciencia, en el trabajo de investigación, técnico y administrativo, proponernos, siempre, el desafío de contribuir a generar conocimiento sobre la construcción de esa conciencia y de ese compromiso cotidiano, más aún en este tiempo de pandemia:
El desafío de cumplir con el trabajo, aunque no podamos asistir a nuestros lugares de trabajo;
El desafío de darnos cuenta de la importancia que tiene nuestro trabajo para la soberanía tecnológica, porque vemos de qué se trata cuando países como China, Reino Unido, Rusia o EE. UU. pueden administrar mejor la salud de sus ciudadanos, al haber producido sus propias vacunas.
El desafío de entender lo fundamental que es ser capaces, como institución pública dedicada a la ciencia, de propiciar una comunicación virtuosa en todos los sentidos con los sectores sociales, productivos, públicos y privados, en pos de la generación de trabajos que exalten las libertades y las responsabilidades, individuales y colectivas, de los seres humanos;
El desafío de tener siempre presente el pensamiento de Bernardo Houssay respecto de que la ciencia no tiene patria, pero las personas que trabajan en ciencia sí la tienen.
Y el desafío mayor: el de ser definitivamente conscientes de que la única posibilidad de que una sociedad pueda ser saludable y vivir en paz es respetar a ultranza el derecho de las personas a tener y ejercer un trabajo digno.
Atilio Castagnaro y Ricardo Kaliman, director y vicedirector del CCT CONICET NOA Sur, respectivamente.