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CIENCIAS AGRARIAS, DE INGENIERÍA Y MATERIALES
De residuos a recursos: arquitectura de diseño sostenible
Dos científicas del CONICET NOA Sur explican la importancia ambiental y económica de imitar los ciclos biológicos de la naturaleza en la construcción
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Aunque la humanidad en la gran mayoría de los casos prefiera mirar para otro lado, lo cierto es que la sociedad está colapsando económica y ambientalmente, consecuencia de ese paradigma que rige desde mucho atrás, y el según el cual el crecimiento es ilimitado, y está impulsado por un sistema económico lineal: los recursos se extraen, se utilizan y se desechan. Esta cuestión comenzó a ser preocupante desde la década de 1980, cuando se estableció la Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo. En 1987, el Informe Brundtland, de las Naciones Unidas, puso de relieve el problema, que es global, y formalizó el concepto de Desarrollo Sostenible. Según el informe, conocido como "Nuestro Futuro Común", el desarrollo sostenible tiene como objetivo satisfacer las necesidades de la generación actual sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las propias.
“La conceptualización del Desarrollo Sostenible abarca múltiples dimensiones, y sus pilares son fundamentalmente la economía, la sociedad y la biosfera, es decir, la capa del planeta Tierra en donde se desarrolla la vida”, la arquitecta Beatriz Garzón, afirma la investigadora de CONICET NOA Sur que dirige el Grupo de Hábitat Sustentable y Saludable (GHabSS: FAU UNT – CONICET). “Desde el punto de vista económico, este concepto se alinea con el modelo de producción y consumo denominado Economía Circular, que plantea la necesidad de repensar el uso de las materias y de la energía de manera restaurativa, regenerativa, sistémica y equilibrada en todos los estratos sociales”, añade.
“Es el momento de aprovechar las potenciales ventajas de esa Economía Circular, que busca desvincular el desarrollo económico global del consumo de recursos finito –añade por su parte Vanesa Sáez, becaria doctoral de CONICET NOA Sur e integrante del GHabSS-. Esta corriente de pensamiento se inspira en la naturaleza y plantea un ciclo de vida circular de productos y servicios; es decir, la generación de un flujo cerrado de inicio a inicio, en contraposición a una planificación de inicio a fin, como se hace en la actualidad”.
Materiales biológicos y reutilizados son claves para la sustentabilidad
“En contraposición con el sistema lineal con el que se trabaja hoy en día en la arquitectura y en la industria que abastece al sector edilicio a nivel global y local, la arquitectura sustentable apunta a diseñar y materializar los edificios con lo que se denomina materiales biológicos”, explica Garzón, y agrega: “por ejemplo, la madera y el bambú responden con excelencia a este parámetro de material biológico (es decir, derivado de seres vivos), no tóxico y de fácil descomposición”.
Por su parte, Sáez indica: “la idea es plasmar un modelo de transición hacia ciclos regenerativos y en esta transformación, utilizar los residuos sólidos urbanos (RSU), los de industria y los de la propia obra edilicia como materia prima para realizar materiales constructivos. Es decir, dar un buen destino final a estos desechos, especialmente los plásticos, en la arquitectura.” En este sentido, explica que algunos residuos plásticos tienen alta durabilidad y su biodegradación tarda más de 150 años, y este motivo muchos pueden ser considerados materia prima, y ser introducidos a la cadena de producción de un nuevo producto, adoptando el concepto de reciclaje. “De este modo –agrega-, se impacta favorablemente sobre un serio problema actual: lo que se conoce como híbridos monstruosos, es decir, mezclas inseparables de materiales tóxicos y no degradables que terminan, en el mejor de los casos, en basurales controlados por el Estado”.
Para contribuir a hacer frente a los desafíos que abre la economía circular y generar beneficios de triple impacto positivo -ambiental, económico y social-, el equipo de investigación del GHabSS se dedica a analizar, experimentar y desarrollar, transferir y aplicar y sistemas constructivos basados en el reciclaje de residuos, especialmente los de origen plástico. “El polipropileno (PP), al polietileno (PE), poliestireno (PS) y el tereftalato de polietileno (PET) son algunos de los plásticos que más comúnmente se encuentran, tanto como RSU y como de la industria. Muchos de estos son reciclables y, con técnicas sencillas, se los convierte en materiales de construcción, como aislantes térmicos y acústicos, revestimientos, mampuestos, paneles rígidos para tabiques interiores, entre otros”, remarca Garzón y añade: “Algunos en los que nos encontramos trabajando, que ya tienen registro de propiedad intelectual, se destacan la PLACA SCRAP PAI y el BLOCK-P5. La primera es una placa de revestimiento resuelta con Poliestireno de Alto Impacto (PAI) plástico, que se encuentran en los envases de algunas golosinas del mercado local. Este material sirve en reemplazo de cerámicos en baños y cocinas o como placa para cielorraso desmontable. El segundo es un bloque prismático con hueco en su centro resuelto con residuos de Polipropileno, principalmente recolectado de las tapas de las botellas de bebidas, y puede utilizarse para resolver algún muro interno como divisorio traslucido o cerca perimetral”
Asimismo, explica Sáez, los desechos pueden transformarse en artefactos y equipamiento para el hábitat como sistemas tecnológicos complementarios: cocinas solares, alentadores de agua para la higiene o para la cocción de alimentos y recolección de agua de lluvia. “De este modo, se logra alargar su vida útil y evitar su disposición final el relleno sanitario, o –aún peor- en basurales clandestinos, en canales y ríos, agravando la problemática ambiental”, concluye la becaria.
La propuesta del equipo dirigido por Garzón es hacer pequeños cambios tecnológicos en la construcción, gracias a los cuales se logran valiosas alternativas para la materialización de elementos constructivos sostenibles como parte de muros, techos y pisos, entre otros. De esta manera, se logra iniciar una transición hacia propuestas edilicias sostenibles en el tiempo, con el fin de garantizar la calidad de vida a sus habitantes presentes y futuros.
“Debemos favorecer la reducción de energía y de materia consumida en las distintas etapas del ciclo de vida del edificio, y así disminuir el impacto ambiental asociado a este. En esta dirección, propiciaremos un cambio de paradigma: el de imitar el ciclo biológico del ecosistema natural, donde no existe el concepto de residuos, ya que todo tiene valor y todo se aprovecha, evitando la degradación de los recursos naturales”, finaliza Garzón.
Grupo de Hábitat Sustentable y Saludable (GHabSS), FAU UNT CONICET:
Dra. Arq. Beatriz Garzón
Directora del GHabSS
Investigadora Independiente del CONICET
Profesora Asociada a cargo de la Cátedra de Acondicionamiento Ambiental 2 FAU UNT
Arquitecta Vanesa Sáez
Integrante del Grupo
Becaria Doctoral CONICET
Docente FAU-UNT