A principios de diciembre (concretamente, el 3) se inauguró una fábrica de dulces en Encalilla, cerca de Amaicha del Valle, en provincia de Tucumán. Una de las salas habilitadas, que fue construida gracias a la articulación y a la colaboración (plasmadas en un Acta Acuerdo entre el CONICET NOA Sur y la Dirección de Alimentos del Ministerio de Desarrollo Productivo), posibilitará la elaboración productiva comunitaria y ofrecerá un espacio (constituido con características medioambientalmente amigables) para el procesamiento de productos forestales no madereros, como algarroba, nueces, chañar, membrillo y otros frutos de la zona.
Entre las características distintivas de la construcción se destaca su adecuación arquitectónica y tecnológica a los condicionantes geográficos, climáticas y culturales de la zona, y el énfasis en los recursos locales. El propósito, explica la doctora Beatriz Garzón, a cargo del Grupo Hábitat Sustentable y Saludable (GHabSS, FAU-UNT), es cumplir con las normativas nacionales de confort higrotérmico y de eficiencia energética, además de rescatar las tecnologías tradicionales: “Esto contribuirá a mejorar la calidad de vida de dicha comunidad, en general, y de los trabajadores de la fábrica, en particular, optimizando las condiciones de sustentabilidad y salubridad, además de servir como `modelo demostrativo` de adaptación al sitio”, subraya la especialista.
Además de Garzón, fueron invitadas a participar en el diseño preliminar para su adecuación bioambiental al lugar las arquitectas Vanesa Sáez y Amalita Fernández, becarias doctorales del CONICET NOA Sur, docentes de la FAU y también integrantes del GHabSS. A ellas se sumaron la licenciada Gabriela del Marcello, encargada de la dirección general con la asistencia técnica de parte del equipo de la Dirección de Alimentos, y Claudio Bumbacher, con su equipo de trabajo, a cargo del diseño inicial y la dirección técnica del proyecto arquitectónico.