Ciencias Sociales y Humanidades

29 de Julio: Día de la Cultura Nacional

Esta fecha fue instituida en conmemoración del fallecimiento del escritor, periodista, poeta y ensayista, Ricardo Rojas, nacido en Tucumán el 16 de septiembre de 1882.


Para profundizar en el tema fue consultado el doctor Diego Chein, tucumano e investigador adjunto del CONICET NOA Sur, quien investigó acerca del proceso de surgimiento, auge y disgregación de la literatura nativista argentina entre 1880 y 1920, como miembro del Instituto de Investigaciones sobre el Lenguaje y la Cultura (INVELEC).

La hegemonía del Partido Autonomista Nacional (PAN) con Julio Argentino Roca a la cabeza, desde 1880 hasta la irrupción electoral del radicalismo, constituye el contexto y el caldo de cultivo en el que Ricardo Rojas emerge como intelectual. El roquismo enfrenta a la oligarquía de Buenos Aires, representada por Bartolomé Mitre, y abre la participación en el gobierno y en la renta del puerto a las oligarquías del interior del país. El riojano Joaquín V. González será el líder espiritual de la formación cultural que conocemos como Nativismo, y que congregará a figuras como Rafael Obligado, Leopoldo Lugones, Fray Mocho, Roberto Payró, Martiniano Leguizamón, Alberto Gerchunoff, etc. Ricardo Rojas será su gran heredero. Estos escritores, a diferencia de los de generaciones anteriores, como Sarmiento o Mitre, lejos están ya de encarnar la función del escritor civil, ligado directamente a la construcción y a la dirección del Estado; en trance de profesionalización, se vincularán con este a partir de una especialidad, de un proceso de autonomización como intelectuales. Son precisamente estas nuevas alianzas de los escritores con el Estado, dirigidas a formar una nueva ciudadanía y un nuevo público lector, las que hacen emerger como objeto -tanto de conocimiento como de intervención- la cultura nacional.

La escuela, la prensa y la actividad literaria se articularon como factores interdependientes del complejo espacio de la cultura nacional. De esta manera, los intelectuales -como especialistas en el área del “espíritu”- debían guiar la política cultural y educativa, y elaborar los productos culturales necesarios para una adecuada formación popular. Esta función social fue vislumbrada como una auténtica labor patriótica y legitimó el lugar de los escritores en la sociedad nacional.

Fue un período de acelerada modernización, de ampliación de la población alfabetizada y de profesionalización de los escritores. Frente a la imagen de la Nación que tenía el mitrismo, relacionada con el impulso de progreso de una capital nacional pujante siempre amenazada por el atraso de las provincias y de los caudillos, el Nativismo ubica el espíritu nacional en el folclore, en las culturas rurales del interior, en contraste con una capital cosmopolita y vacía de identidad. Sobre esta base legitiman los navistas su lugar para producir una auténtica literatura y cultura nacional.

El Nativismo construye las matrices del discurso criollista de la identidad nacional, que eleva a símbolo identitario la figura del gaucho. No se trata de un discurso homogéneo ni exento de tensiones. El caso de Ricardo Rojas es muy representativo. En “El país de la Selva” (libro que, en la senda de “Mis Montañas” de su maestro González, dedica la historia y el folclore de la provincia donde pasó su infancia, Santiago del Estero), asume un espíritu nacional heterogéneo, regionalmente diferenciado. En contraposición, 10 años después, en su “Historia de la literatura argentina”, esa heterogeneidad quedará subsumida en la centralidad de región pampeana. Un nuevo frente social y político había venido a suturar el enfrentamiento entre mitristas y roquistas: el ascenso de las clases medias, de la democracia de masas, del Radicalismo. El Nativismo, entonces, se torna un discurso reactivo.