DÍA NACIONAL DE LA MEMORIA POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA

El reconocimiento a las víctimas, un acto ineludible del CONICET NOA Sur para seguir extinguiendo las llamas del terrorismo de Estado

A través de una Comisión de la Memoria, constituida por pares locales, se encamina a saldar una deuda con los miembros regionales del organismo que padecieron los atropellos y las barbaries de la última dictadura cívico-militar argentina.


La "Escuelita de Famaillá", primer centro de detención durante la última dictadura (archivo fotográfico: gentileza de Ezequiel Del Bel).
Restos hallados en el ex Arsenal Miguel de Azcuénaga, en Tucumán (foto: gentileza de Viviana D´Amelia-EAAF).
Pozo de Vargas (foto: gentileza Diego Araóz).
Ezequiel Del Bel, becario doctoral del INTEPH y coordinador del LIGIAAT.

Duele recordar, pero es necesario hacerlo para no olvidar jamás... De eso se trata; y sobre ese lema -o mejor aún, esa visión del país que sí queremos- se erige la piedra angular de lo que simboliza cada 24 de marzo para los ciudadanos y las ciudadanas de nuestro soberano territorio. En 2002, el Gobierno Nacional tomó la sabia decisión de instituir esta fecha como el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, en conmemoración de quienes resultaron víctimas del autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” que ocasionó el golpe de Estado más nefasto que recuerde el país: el de 1976.

Se trató de una etapa sombría caracterizada por sucesos aberrantes. Por doquier, cesanteados, exiliados, torturados, desaparecidos. Abuelas que perdieron a sus nietos; madres a las que les arrebataron sus hijos. La música y sus intérpretes, silenciados; la educación y sus docentes, censurados; el arte con sus creativos y sus creativas, invisibilizados; la libertad narrativa de escritores y escritoras, desvanecida; los científicos con sus investigaciones y los tecnólogos con sus invenciones, ninguneados y hostigados. 

Aquella época estuvo signada por el terror y la persecución de diversos sectores considerados “molestos” de cara al status quo impuesto por el régimen de Videla, Massera y Agosti – o Bussi, en Tucumán, como ejemplo más cercano-, que desencadenó una represión sin precedentes, y dejó más de 300 centros clandestinos de detención y 30 mil desaparecidos. Y eso no fue todo: se instaló un programa económico neoliberal que condujo a la desindustrialización del país y, con ello, a una toma de deuda externa que creció de 8 mil a 45 mil millones de dólares. Luego del paso de cuatro generales (Videla, Viola, Galtieri y Bignone, cronológicamente) y de un conflicto innecesario que derivó en la guerra con Gran Bretaña por las Islas Malvinas, con un saldo de más de 600 soldados argentinos fallecidos, se retomó el camino democrático de la mano del gobierno constitucional de Raúl Alfonsín el 10 de diciembre de 1983. Por todo esto, y más, como versa en un extracto de la página del Ministerio de Educación de la Nación, hoy es un día para “construir colectivamente una jornada de reflexión y análisis crítico de la historia reciente”.

Construir memoria, implica, entre otras cosas, realizar investigaciones para ensamblar las piezas que componen el rompecabezas del pasado. Y Ezequiel Del Bel, becario doctoral del Instituto de Investigaciones Territoriales y Tecnológicas para la Producción del Hábitat (INTEPH, CONICET-UNT) lo tiene grabado a fuego, y no sólo investiga con compromiso: pone el cuerpo y el corazón cuando lo hace. Él es arqueólogo de profesión, y tiene mucho para colaborar desde su experticia investigativa y su experiencia, adquiridas gracias a una considerable trayectoria en este campo de trabajo. Concretamente, su abordaje doctoral se centra en los “Efectos socio-territoriales de la represión en poblaciones del sur de Tucumán”, en particular con los ojos puestos en el centro clandestino de detención, tortura y exterminio de Famaillá (1975-1983), considerado el primer centro masivo y sistemático de implementación del terrorismo de Estado en nuestro país. 

Cordobés de nacimiento, hace más de 16 años que se interesa por aportar a la causa de la recuperación de la memoria, la verdad y la justicia. Tres años después de instalarse en Tucumán, en 2006, se suma al Laboratorio de Investigaciones del Grupo Interdisciplinario de Arqueología y Antropología de Tucumán (LIGIAAT-Facultad de Ciencias Naturales-UNT) -del cual hoy es coordinador- en tareas de investigación y peritajes. “Tuve la experiencia de trabajar en el Pozo de Vargas y en el Arsenal Miguel de Azcuénaga (“Escuelita”, y “Arsenales”, fueron cabeceras de los circuitos represivos de la provincia), y de colaborar en investigaciones particulares de colegas también en Santa Lucía y en los denominados “pueblos de Bussi”, describe  y añade otras intervenciones que atraviesan las fronteras de la provincia, por ejemplo, la elaboración de un plan integral de investigación en el Espacio para la Memoria de la ex Comisaría Primera en la localidad de Presidencia Roque Sáenz Peña, en Chaco. 

Entre algunas de las actividades que realizó en la “Escuelita de Famaillá” en conjunto con el LIGIAAT, con la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia, con el equipo propio de la “Escuelita” y con integrantes de la Dirección Nacional de Sitios y Espacios de Memoria, se destacan tareas de excavación; de extensión, con escuelas, y de conservación del edificio, además de entrevistas a ex detenidos, vecinos y familiares de desaparecidos. “Actualmente estamos trabajando en una muestra fotográfica fija que fue inaugurada el 23 de marzo durante un acto oficial, para que se sume al recorrido informativo que se brinda en el espacio”, informa.

La tarea de Del Bel, así como la de tantos y tantas investigadoras más, a lo largo y a lo ancho del país, no hace otra cosa que fundamentar una directriz legitimada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) que, en cierta forma, busca saldar hoy una deuda pendiente con las personas que fueron víctimas de aquel período infame, y que integraban la institución. Lo hace a través de la creación de una Comisión de la Memoria, en cumplimiento del Decreto 1199/2012, el cual insta a las entidades descentralizadas de la Administración Pública a la reparación documental, como acto de desagravio a quienes se les consignó “erróneamente la causal de cese de sus funciones, cuando en realidad fueron víctimas de gravísimas violaciones a los derechos humanos cometidas durante el terrorismo de Estado”.

 

Al rescate del pasado, en pos de un mejor mañana

Las autoridades del CONICET NOA Sur asumieron este compromiso y en 2021 se creó la delegación regional de la comisión, que ya cuenta con representación en dos de las tres provincias de cobertura del Centro Científico Tecnológico (CCT): Tucumán y Santiago del Estero, y próximamente se incorporarán agentes responsables en Catamarca.Las trabajadoras y los trabajadores del pensamiento y de la ciencia no olvidamos -no podemos olvidar- que esta democracia que hoy vivimos, que nos alienta y por la que día a día luchamos, se ha construido y se sigue construyendo sobre el horror y la tumba desconocida que nos legó el terrorismo de Estado, infierno que en Tucumán se empezó a desatar ya en febrero de 1975, con el inicio del llamado Operativo Independencia”, destaca el director del CCT, doctor Atilio Castagnaro, uno de los integrantes de la comisión.

Las trabajadoras y los trabajadores del pensamiento y de la ciencia no olvidamos -no podemos olvidar- que esta democracia que hoy vivimos, que nos alienta y por la que día a día luchamos, se ha construido y se sigue construyendo sobre el horror y la tumba desconocida que nos legó el terrorismo de Estado, infierno que en Tucumán se empezó a desatar ya en febrero de 1975, con el inicio del llamado Operativo Independencia”.

"Construyamos la memoria, con la verdad del horror, pero también de la esperanza del pensamiento crítico, transdisciplinar y con compromiso social, instrumento insustituible para la construcción cotidiana de la paz".

(Discurso de los doctores Atilio Castagnaro y Ricardo Kaliman, director y vicedirector del CONICET NOA Sur, respectivamente).

“En Tucumán hace un tiempo se venía planificando su conformación”, recuerda Del Bel, que fue convocado para integrarla en virtud de sus estudios y de su amplio recorrido. Señala también que, como resultado de varias reuniones, se está progresando a paso lento, pero constante: “es difícil este tipo de investigaciones; el CONICET en la década del 70 obviamente no era lo que es hoy, y mucho menos en Tucumán. Con esas condiciones estamos avanzando en generar contactos y realizando entrevistas en profundidad para rastrear a los detenidos y desaparecidos que formaron parte del organismo en la provincia y en la región”, relata.

El doctor Ricardo Kaliman, vicedirector del CONICET NOA Sur, es especialista en Letras, e integrante, desde su conformación -en diciembre de 2021-, de la Comisión Regional de la Memoria, la cual se constituyó enraizada a la política nacional del CONICET de promover líneas de acción tendientes a recuperar la memoria e identificar a las y a los damnificados durante ese período de horror. “Se creó  para responder al demorado imperativo moral de restaurar la memoria de las víctimas del terrorismo de Estado que, como está definitivamente probado, se enseñoreó en la sociedad argentina bajo el control de la dictadura militar que tomó el poder el 24 de marzo de 1976; y cuya siniestra operatoria se había iniciado en Tucumán al menos ya un año antes, como se puso en evidencia en la megacausa judicial sobre las acciones clandestinas desarrolladas en el marco del Operativo Independencia”, señala el investigador e informa que, en busca de lograr avances significativos, la Comisión solicitó la contribución de becaria/os e investigadore/as con experiencia en el estudio de esta temática, quienes comenzaron a recuperar el material documental disponible. “No obstante –resalta Kaliman, director del Instituto de Investigaciones sobre el Lenguaje y la Cultura (INVELEC, CONICET-UNT)- durante el período de relevancia en el que se sucedieron los acontecimientos, la presencia del CONICET en las provincias de Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca era más bien incipiente, por lo que la perspectiva de las indagaciones, en complementariedad con las universidades nacionales, se enfoca en el contexto más amplio de las incidencias ideológicas del terrorismo de Estado sobre la actividad científica en general, y sus consecuencias en los derechos, las expectativas y en la vida misma de quienes participaban de ellas”. “Y es entonces cuando comienzan a emerger los datos sobre personal del CONICET o de jóvenes que intentaban iniciar su carrera científica, y que sufrieron las consecuencias de la persecución sistemática, que llegaba a poner en riesgo no sólo su formación y su carrera, sino su propia vida”, confirma. 


Por Maximiliano Grosso