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NOVEDADES INSTITUCIONALES
Un oasis de solidaridad en el norte
Investigadores del Instituto de Estudios para el Desarrollo Social (CONICET - UNSE) demuestran la eficacia actual de modelos de producción comunales, típicos de las culturas ancestrales de Santiago del Estero.
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Desde muchísimo antes de que los europeos llegaran a lo que hoy es el Noroeste Argentino, la ocupación de la tierra contó con un rasgo particular: las comunalidades. Son formas de organización social que se caracterizan por compartir los recursos naturales y las prácticas de trabajo colectivo, y por relaciones sociales basadas en el parentesco y en la vecindad. Un trabajo sobre la trascendencia de este modelo, realizado por el grupo de Sociología Rural, del Instituto de Estudios para el Desarrollo Social (INDES), codependiente del CONICET NOA Sur y de la Universidad Nacional de Santiago del Estero, acaba de ser distinguido en Brasil.
“Está documentado que durante el período de la evangelización jesuítica existían grandes extensiones de tierras habitadas por nativos –explica Raúl Gustavo Paz, director del grupo-. A lo largo del tiempo, esas comunalidades fueron transformándose y dieron lugar a muchas de las explotaciones agropecuarias actuales, sin límites definidos, donde habitan y trabajan miembros de pueblos originarios y campesinos que no poseen títulos de propiedad de esas tierras”.
El avance de las empresas sobre estos terrenos desató el choque de dos modelos económicos contrapuestos –destaca también-: los campesinos reclaman su posesión, basados en la historia, y las empresas, apoyándose en que estos no tienen los títulos que acrediten la propiedad.
Un poco de historia
En 2004, buscando resolver este tipo de conflicto, la Secretaría de Agricultura Familiar y Desarrollo Rural (actual Secretaría de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena), en articulación con organizaciones campesinas, implementó políticas para afianzar el derecho de posesión de estas tierras comunales; en ese marco, se promovió el diseño de “encierros ganaderos comunitarios”. La iniciativa implicó la delimitación -con alambrado- de tierras de uso comunal, junto con la implementación de un formato productivo ganadero asociativo y basado en el aprovechamiento de recursos locales sin avanzar agresivamente sobre el monte
Y el grupo de Sociología Rural trabaja desde hace tiempo en la articulación entre las condiciones estructurales, y las prácticas que operan en la constitución y la reedición de las relaciones comunales en el paraje rural El Hoyo, ubicado en Santiago del Estero. Ese “encierro ganadero” comunitario tiene 10.000 hectáreas, y en él 13 familias trabajan mancomunadamente.
En ese marco, Paz, la doctora Ana Eliza Villalba y la licenciada Andrea Geanina Gómez Herrera realizaron un estudio que combina el análisis de registros censales con técnicas cualitativas, como entrevistas en profundidad y observación participante, para dar cuenta de la eficacia del funcionamiento de los tradicionales encierros ganaderos y comunitarios como formato productivo anclado en una matriz comunal y que responde a prácticas basadas en la vinculación comunitaria.
Los resultados de este trabajo fueron publicados en la revista “Economía e Sociología Rural” (SOBER), Volumen 58 N.º 03 Año 2020, de Brasil, y el artículo fue recientemente distinguido por la Sociedad Brasilera de Economía, Administración y Sociología Rural con el premio RUI MILLER PAIVA - Edición 2021- como “mejor artículo”.
El 5 de agosto tuvo lugar una ceremonia virtual, durante la cual a los autores les fue otorgada, además de la distinción académica, la suma de 1.500 reales. Del evento participó Graziano da Silva, ministro de Seguridad Alimentaria durante el gobierno de Luiz Lula da Silva y director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El artículo premiado propone entender la organización social agraria de El Hoyo como comunalidad rural; es decir, como una forma de relación social basada en la reproducción de “lo común”, que se expresa y se efectiviza en instituciones y en prácticas colectivas agrarias. “Nuestro trabajo permite mostrar las estrategias sociales y productivas de los pobladores rurales (cría de ganado y manejo del monte, entre otras) para mejorar sus condiciones de vida, aprovechando los recursos comunales y articulándose con las políticas públicas”, cuenta Paz.
Explica también que en Argentina -y específicamente en Santiago del Estero-, aunque la propiedad comunal no tenga reconocimiento en el orden jurídico formal, es una de las formas de ocupación-posesión de la tierra instituida entre muchos sectores de la población rural y en la que se sustentan sus modos de vida. “No tener en cuenta esta realidad ha impedido diseñar políticas públicas específicas para impulsar, sostener y desplegar el potencial de este modelo, sobre la base de los recursos disponibles, las capacidades sociales, y en consonancia con proyectos y valores compartidos por los comuneros”, agrega.
La investigación busca comprender cómo viven y persisten las comunidades campesinas mostrar la manera en la que se organizan y su modelo comunitario de producción, en el marco de conflictos por la tierra. Además, el análisis de estas experiencias permitirá diseñar políticas públicas que respondan a las características y a las demandas de estas comunidades. Y por sobre todo –resalta Paz-, este sistema de comunalidad rural nos abre un panorama nuevo y nos permite pensar modelos de desarrollo alternativos al agronegocio impuesto por el capitalismo.