10 DE ABRIL: DÍA DEL INVESTIGADOR CIENTÍFICO

Se conmemora un nuevo aniversario del Día del Investigador e Investigadora Científica

Los profesionales del CONICET NOA Sur, Silvana Apichela y Gabriel Correa Peremulter, reflexionan sobre la importancia del quehacer científico en esta región del país.


Hace exactamente 134 años nacía el científico más destacado y eminente de nuestro país, Bernardo Houssay (1887-1971), primer Premio Nobel de América Latina en ciencias y creador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Por consiguiente, cada año se celebra durante esta jornada el Día de la Investigadora e Investigador dedicado a la ciencia.

En representación del universo de los investigadores e investigadoras del CCT NOA Sur, institución que comprende a Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca, los doctores Gabriel Correa Peremulter y Silvana Apichela, expresan sus impresiones respecto a lo que significa “hacer ciencia” en esta zona geográfica del noroeste argentino.

Silvana Andrea Apichela, Investigadora Adjunta del Instituto Superior de Investigaciones Biológicas (INSIBIO).

¿Cuál es tu formación profesional? ¿Cómo llegaste y qué te motivó a incursionar en el mundo de la ciencia?  

Soy Ingeniera Zootecnista. Desde pequeña me interesaba la ciencia, tanto que llegué a participar de las ferias que se realizaban en la escuela primaria, y leía revistas de divulgación científica para niños (me acuerdo que en esa época me compraban la revista Cosmic y un libro de publicación mensual: Cómo y porqué de la ciencia). Lo cierto es que la curiosidad por la ciencia me acompañó toda la vida. De hecho, elegí mi carrera de grado porque me resultaba fascinante que el conocimiento biológico pueda transformarse en técnicas precisas para optimizar la cría de animales. Puntualmente en la zootecnia, lo relacionado a la innovación en nuevos alimentos y maquinarias para obtenerlos y procesarlos, biotecnologías reproductivas, transgénesis, nuevas razas, etc. No obstante, de todas ellas, las biotecnologías reproductivas captaron mi atención desde la universidad. Mientras era estudiante logré ser admitida de forma excepcional en un curso de posgrado sobre producción in vitro de embriones bovinos. Aquella experiencia fue decisiva tanto que, desde ése momento, me vi haciendo ciencia para toda la vida. Y también supe que quería hacerlo en CONICET, que para mí era y es el motor científico del país.

Me recibí en el año 1998, y a partir de allí comencé como becaria de la UNT y luego del CONICET.

“CONICET es el motor científico del país”.

Tuve la bendición de poder hacer ciencia en Argentina, trabajando en reproducción animal y biotecnología de la reproducción. Aunque aclaro: muchas veces no es fácil, ya que todos los vaivenes de nuestro país nos impactan en forma directa. Pero sí estoy convencida que los países en desarrollo necesitamos apoyarnos en la ciencia para salir adelante; es la vía a un futuro de prosperidad. En un país con tantas necesidades/emergencias como el nuestro, la labor científica es una responsabilidad, y por eso debemos poner nuestro esfuerzo y creatividad en optimizar los recursos para la generación de conocimiento de interés estratégico para el crecimiento de nuestro país.

“Tuve la bendición de poder hacer ciencia en Argentina, trabajando en reproducción animal y biotecnología de la reproducción”.

¿El rol de la mujer en el sistema, qué opinión te merece? De un tiempo para acá, ¿consideras que mejoró? ¿Qué hace falta?  

A primera vista, el sistema científico presenta una cierta paridad de cargos entre varones y mujeres. Sin embargo, cuando observamos los cargos de mayor jerarquía, sólo el 25% (en el caso de CONICET) están ocupados por mujeres. Esta situación se ha visibilizado en los últimos años, y se han generado acciones en pos de la igualdad de géneros, reconociendo derechos relacionados a maternidad, lactancia y cuidado de menores. También se creó el Observatorio de Violencia Laboral y de Género. Y no menos importante: hoy tenemos una mujer al frente de CONICET, eso dice mucho. Percibo también un cambio en el pensamiento de los jóvenes, que hoy nos invitan a reflexionar sobre ciertos temas como diversidad de género o inclusión, invita al cambio de conciencia, que al fin y al cabo es el que provoca el cambio fundacional o permanente.  

“Hoy tenemos a una mujer al frente del CONICET. Eso dice mucho”.

Como mujer trabajadora del ámbito científico, seguí con interés y admiración el desempeño de varias científicas argentinas que me inspiran permanentemente. Tal es así que mi carrera en CONICET está marcada por la presencia femenina. Un fiel ejemplo de lo que destaco es el de mi directora de tesis y referente, la Dra. Dora Miceli, investigadora que ya se encuentra jubilada. No puedo dejar de mencionar que su estilo de gestión y liderazgo me marcaron a tal punto que ante muchas circunstancias me pregunto, ¿qué haría Dori en esta situación? Y si no obtengo respuesta interna, ¡la llamo por teléfono! En ese sentido creo que construir liderazgo desde una óptica femenina es uno de los desafíos de nuestra generación. Las mujeres aportamos sensibilidad, capacidad de escucha, resiliencia, intuición e integración a los grupos de trabajo.

Por último, ¿crees que la soberanía científica y tecnología es trascendente para un país?  

El desarrollo científico debe ser una política de Estado, pensada para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos a través de avances transferibles a los campos de la industria, la producción, la innovación en los mercados; la generación de empleo calificado, o la inclusión social.

La soberanía científica y tecnológica nos permite fijar áreas de interés estratégico para impulsar el bienestar de los argentinos. Esto es una “ciencia a medida” de nuestras necesidades, independiente de intereses sectoriales. En este marco es fundamental un enfoque federal que genere respuesta a necesidades regionales y que contemple también el ámbito de trabajo de los investigadores del interior del país, con realidades regionales disímiles. En ese sentido el CONICET, junto a otros organismos como el INTA y las Universidades, son nuestro patrimonio científico y soberano.

En el caso particular de mi grupo de trabajo, buscamos generar tecnología para una producción que está asociada a la ganadería de altura, los camélidos sudamericanos. El desarrollo de este tipo de ganadería no es de interés para las grandes empresas y un pastor puneño no puede comprar paquetes tecnológicos, pero sí es de importancia estratégica para nuestro país en pos de la generación de trabajo y productividad para evitar el desarraigo de zonas marginales, superar la pobreza y el mantenimiento de la población para defensa de nuestro territorio. Para consolidar esto, el rol del estado como ejecutor de políticas de soberanía científica es fundamental.

“El rol del estado como ejecutor de políticas de soberanía científica, es fundamental”.

Gabriel Correa Peremulter, Investigador Adjunto en el Centro de Investigaciones y Transferencia de Catamarca (CITCA)

¿Cuál es tu formación profesional?

Soy Ingeniero Mecánico Electricista recibido en la Universidad de Córdoba (UNC). Después hice mi doctorado en el Politécnico de Torino desde el 2007 al 2011, momento en el que trabajé en algunos proyectos relacionados con el uso del hidrógeno en el sector de la aviación. Una vez finalizada esa experiencia, volví a Argentina mediante un programa de radicación con una propuesta de incorporarme a un centro de energías que se estaba planeando abrir en Catamarca. La verdad que siempre tuve en la cabeza la idea de regresar y sobre todo me pareció muy interesante la propuesta de trabajar en el interior, porque soy un convencido de que la ciencia y la tecnología en nuestro país están demasiado concentradas en el centro, y hay regiones en donde prácticamente no llega. En efecto, me pareció un desafío muy importante poder realizar un proyecto de formación de grupos de investigación y desarrollo tecnológico en Catamarca, provincia que tiene características muy interesantes, sobre todo en el ámbito en el yo trabajo: el desarrollo y la integración de baterías de litio y la producción de diversos tipos de energía mediante el uso de sistemas con hidrógeno.

La provincia, como se sabe, forma parte del famoso triángulo del litio. Tiene ya empresas extrayendo el mineral desde hace mucho tiempo, y no hay ningún tipo de valor agregado. Ese es el gran desafío para nosotros y nosotras en el laboratorio.

¿Cómo llegaste, y qué te motivó a incursionar en el mundo de la ciencia?

La verdad que nunca pensé en hacer ciencia cuando era más chico. Pero luego, una vez terminada la carrera de ingeniería, sentía que me faltaba algo y que quería seguir estudiando. Por eso realicé el doctorado, que fue mi gran puerta de entrada al sistema científico.

Cada vez que me preguntan si me gusta lo que hago, no dudo nunca: siempre la respuesta es sí, me gusta mucho, y creo que es un privilegio poder trabajar de esto y que el Estado pueda sostener empleos relacionados con el desarrollo de la investigación. Al mismo tiempo entiendo, creo y estoy convencido que la investigación científica en el país tiene que tener cierto fines y en ese sentido, creo que es muy importante que reforcemos la pata tecnológica, de la cual yo me considero un pequeño eslabón en la cadena.

“Creo que es un privilegio poder trabajar de esto, y que el Estado pueda sostener empleos relacionados con el desarrollo de la investigación”.

¿Consideras que la soberanía científica y tecnológica es trascendente para un país? Desde tu campo de investigación, ¿cuál te parece que es el aporte? Finalmente, ¿qué papel crees que ocupa el CONICET según tu perspectiva?

Sin dudas es absolutamente trascendente para nuestro país y más aún para algunas regiones aportar a un proceso de desprimarización de la economía. Es muy importante para nuestras sociedades poder desarrollar ciencia y tecnología nosotros mismos, sobre en todo en una geografía como la nuestra que puede ser considerada una periferia científico-tecnológica. Por ejemplo en el caso del litio, tratando de aportar cadenas de valor en nuestros minerales. Hay un esfuerzo muy grande de parte del sistema y de los investigadores e investigadoras en poder agregar cadenas de valor y que no sea solamente un mineral de exportación. En este sentido me parece que CONICET cumple un rol fundamental para sostener, apoyar y desarrollar este tipo tales iniciativas.

“Es muy importante para nuestras sociedades poder desarrollar ciencia y tecnología nosotros mismos, sobre en todo en una geografía como la nuestra que puede ser considerada una periferia científico-tecnológica”.

¿Qué proyectos acuñan con tu equipo de trabajo de cara al futuro?

Nuestro grupo está absolutamente focalizado hoy en la transición energética; es decir en desarrollar tecnología innovadora en el campo de las energías renovables. Estamos abocados de pleno a ello.

Los sistemas de hidrógeno verde, por ejemplo, están siendo muy promocionados en el mundo y en Argentina también, y es una alternativa de las más promisorias y eficientes para la descarbonización en la transición energética, además de contar con un campo de aplicación amplísimo para el almacenamiento de grandes cantidades de energía; el uso de esa energía para calefacción, electricidad o para la industria, producidas desde fuentes renovables. Por consiguiente, Argentina tiene, a raíz de tener un potencial de generación de energías renovables muy grande, una capacidad muy importante de generación de hidrógeno que lo hacen comparativamente con el resto del mundo una opción muy atractiva.

“Nuestro grupo está absolutamente focalizado hoy en la transición energética; es decir en desarrollar tecnología innovadora en el campo de las energías renovables”.


“Para una voluntad firme, nada es imposible, no hay fácil ni difícil; fácil es lo que ya sabemos hacer, difícil, lo que aún no hemos aprendido a hacer bien”.

Bernardo Houssay