RELACIONES INTERINSTITUCIONALES

91 años de ciencia en la Fundación Miguel Lillo

La importancia del trabajo conjunto: entrevista al director de este importante socio estratégico del CONICET en el norte argentino


Doctor David Flores
Espacios de la FML

La Fundación Miguel Lillo (FML), que cumple el 4 de mayo 91 años, es una institución científica de proyección regional, nacional e internacional, dedicada a la investigación, la protección y la difusión científica y cultural de la flora, la fauna y la geología. Nacida gracias al legado de uno de los más grandes naturalistas del siglo XX, el doctor Miguel Lillo, desarrolla su actividad en cuatro áreas científicas: botánica, geología, zoología y biología integrativa.  La dirección general de investigación de la FML está desde 2019 a cargo del doctor en Ciencias Biológicas David Flores, investigador independiente del CONICET. Sus acciones apuntan a elaborar y preparar los programas de investigación, supervisar la calidad de los proyectos científicos y coordinarlos, y gestionar la cooperación técnica necesaria para su ejecución. Además, Flores preside la Junta Interna de Asesoramiento Científico, conformada por los directores de cada una de las cuatro áreas.

Este fue el diálogo del Departamento de Comunicación del CONICET NOA-Sur con el doctor Flores

- ¿Qué implica para la FML ser socio estratégico del CONICET?

- El CONICET es la institución científica estatal más importante del país y lo conforma una red de investigadores que trabajan en Unidades Ejecutoras, Universidades, Museos e Institutos de investigación, cuyo rol es fundamental como motor del desarrollo científico en el país. La relación de la FML con el CONICET ha sido históricamente muy estrecha, tanto en la formalización con en su participación en dos unidades ejecutoras -la Unidad Ejecutora Lillo, principalmente por una relación temática directa, y el CERELA, así como otorgando lugar de trabajo a investigadores y becarios. Uno de los principales factores positivos del acercamiento (formal e informal) al CONICET es el modelo de trabajo en ciencia, adaptado a nuestra realidad local y regional, que permite crear condiciones de excelencia en producción académica, transferencias y formación de recursos humanos. Muchos de los nuevos actores que se desempeñan en las líneas de investigación institucional de la FML provienen del CONICET, o pasaron por esa institución, y traen consigo un modo de desarrollo científico que se considera solvente incluso a nivel mundial, según las estadísticas actuales de producción científica.

- Bajo su dirección, ¿qué cambios o conquistas institucionales se están encarando?

- Uno de los aspectos más importantes fue la formalización y la definición específica de las políticas científicas institucionales, porque estas dirigen las líneas de investigación, que buscan promover la protección de los recursos naturales, el equilibrio de la biodiversidad, la difusión científica y cultural, y la transferencia del conocimiento. Todo este trabajo tiene como objetivo fomentar el avance del conocimiento en las ciencias naturales y la conservación del ambiente, además de atender problemas locales y regionales que plantean los nuevos escenarios políticos, económicos, sociales y ecológicos.

- ¿Qué rol les cabe a las relaciones interinstitucionales?

La interacción con los sectores público y privado es fundamental para la difusión y la aplicación del conocimiento generado en la FML. Desde el desarrollo de líneas de investigación básica y aplicada -o el apoyo a ya desarrolladas- propendemos a la búsqueda y la detección de oportunidades de aplicación (potenciales usuarios del conocimiento generado), que nos posicionen como referentes en la región. En estos tiempos la ciencia y la tecnología han demostrado cumplir un rol importante en el proceso hacia el desarrollo sustentable, el combate de la pobreza y la construcción de sociedades equitativas. La política científica de la FML, por su carácter multidisciplinario, está implicada en la promoción de la investigación y del conocimiento científico, y en su financiamiento; en la organización de carreras de investigadores y técnicos; en la medición de ciencia, y en la aplicación de los conocimientos generados. Un conjunto importante de actores se relaciona con el desarrollo científico en la FML, que incluye responsables gubernamentales de políticas científicas a nivel nacional, provincial y municipal; medios de comunicación; organizaciones no gubernamentales; universidades; empresas privadas y otras instituciones de investigación con las cuales la FML tiene relación científica y académica estrecha, como CONICET, UNT, INTA o la EEAOC, entre otras.

- ¿Qué potencialidades tiene la fundación que aún pueden ser explotados?

- La FML un gran desafío institucional: sus colecciones biológicas y geológicas, que está en crecimiento constante. Digo desafío por que cada una posee un protocolo distinto de conservación y almacenamiento, y requiere personal técnico y científico especializado. Por otro lado, es cierto que los proyectos de investigación destinados al estudio de la biodiversidad, que acompañan el crecimiento de estas colecciones, son tendencia tradicional de base en la FML desde sus inicios, pero su profundización es aún un objetivo científico importante, sobre todo en grupos taxonómicos que son claves tanto por su alta diversidad como por su aplicación y su relación con la sociedad humana y rol ecológico. En este sentido, es necesario mantener las potencialidades de base que tiene la FML, y fomentar la apertura de proyectos en estas líneas de trabajo, como sistemática y taxonomía de organismos animales y vegetales, tanto vivientes como fósiles. Pero además, se plantean otros desafíos, como investigaciones en yacimientos minerales; cambio climático y calidad de aire; y estudios relacionados con nuevos escenarios en zoonosis. Afortunadamente, los laboratorios que acompañan las colecciones están en muchos aspectos muy bien equipados, aunque como en toda institución científica, es necesaria la renovación y la actualización continua, por lo cual la diversificación de las fuentes de financiamiento es fundamental. Finalmente, la profundización y ampliación de líneas de investigación son impensadas sin el crecimiento, tanto en número como en calidad de los recursos humanos, para lo cual la capacitación académica, los posgrados, y los concursos abiertos y transparentes que seleccionen nuevos investigadores con un criterio científico y productivo, son la base de todo el plan de crecimiento.

- ¿Qué reflexión desearía dejarle a la comunidad científica y al público en general? destacar?

- Tenemos la responsabilidad de continuar y acrecentar un legado material y de conocimiento de una generación brillante en lo intelectual. La mayor parte de nuestros investigadores han salido de nuestra querida Facultad de Ciencias Naturales, que representa nuestro mayor “semillero” académico en el presente y en el futuro. Las puertas de la FML están siempre abiertas a recibir estudiantes, y capacitarlos, formarlos, y potencialmente incluirlos en una carrera científica al servicio de la sociedad, generando conocimiento básico y aplicado. Los científicos argentinos somos personas serviciales, y nos sentimos felices de poder hacer una ciencia de nivel mundial con un presupuesto que a veces es poco comparable con el de otros países desarrollados.

La diáspora de científicos argentinos en el mundo es un claro ejemplo de nuestra calidad en ciencias. Desde el lugar que cada uno ocupa, debemos hacer lo mejor que esté a nuestro alcance (muchas veces con un alto carácter de altruismo), ya que eso repercute directa o indirectamente en mejores condiciones sociales, ecológicas y económicas para el país y la región.


¿Quién fue Miguel Lillo?

El doctor Miguel Ignacio Lillo, nacido en Tucumán en la casa quinta donde hoy se encuentra la Fundación que lleva su nombre, falleció un 4 de mayo de 1931, cumpliéndose hoy un 91 aniversario de su partida. Fue un estudioso de carácter metódico y gran capacidad de observación, amante de la naturaleza, dedicando su vida a la investigación de la botánica, la zoología, la física, la química, la cartografía, la arqueología, la numismática, la fotografía y las lenguas indígenas. Fue un coleccionista, ávido lector, amaba los libros. Recogió por años los datos meteorológicos y fue un observador de los cambios de la naturaleza.  Antes de morir legó sus bienes y sus colecciones sentando las bases de la Fundación Miguel Lillo, confiando en sus amigos, diez personalidades notables del quehacer científico y cultural tucumano (la llamada Generación del Centenario), quienes integrarían con carácter vitalicio y “ad-honorem”, una Comisión Asesora Vitalicia.


Por Cintia María Romero