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Ciencia y arte comulgan en un mural con memoria histórica
Tal como el resto de los Centros Científicos Tecnológicos del CONICET en las demás provincias, el CCT NOA Sur presentó una obra que hace referencia a los 40 años de retorno a la democracia, y que ofrece también una representación sobre la riqueza del NOA respecto a su flora y fauna.
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En el marco de una iniciativa científico-artística promovida por la Gerencia de Vinculación Tecnológica del CONICET, se presentó oficialmente la obra muralista del CCT NOA Sur Ciencia y arte en los 40 años de democracia, diseñada con motivo de reconocer las luchas que entablaron los movimientos sociales y de Derechos Humanos durante y luego de que se produjera la última dictadura cívico-militar en nuestro país, y para visibilizar el rol que tuvo la ciencia en torno a la búsqueda de identidad de las víctimas como consecuencia del Terrorismo de Estado.
Esta pieza visual-gráfica y creativa surge de la impronta de César Carrillo y Fátima Leal, artistas de Tucumán que trataron de inmortalizar en trazos, formas y colores conceptos atribuidos a este período; conceptos que fueron reconstruidos –como en un rompecabezas- por directivos, directivas y un grupo de investigadores e investigadoras de los distintos institutos que integran el Organismo en Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca, y por miembros del Departamento de Comunicación de la institución. Y no sólo quedaron plasmadas estas nociones de Memoria, Verdad y Justicia; el mural también hace un recorrido por la vasta riqueza del NOA en relación con su flora y fauna autóctonas.
Al respecto de la producción, Carrizo explica que “está dividida en dos partes principales que fueron trabajadas en tonos suaves y medios, utilizando la combinación de colores manteca y café”. En cuanto a su sentido, considera que el mural recoge fragmentos del pasado “reciente y doloroso” que atravesó nuestro país durante aquellos días de hostilidad. El primero de los paneles aborda una narrativa de Tucumán, ya que se compone por imágenes de la Escuelita de Famaillá -primer centro clandestino de detención del país, utilizado como tal en el marco del Operativo Independencia de 1975- y luego, más abajo, se puede apreciar la representación de una histórica foto en la que las fuerzas militares reprimen a las Madres de Plaza de Mayo. En la siguiente escena y siguiendo una línea de continuidad histórica aparecen nuevamente las Madres, pero ya recurriendo a la ciencia para hallar respuestas sobre el paradero de sus hijos, hijas y familiares.
Esta solicitud de colaboración de Madres y Abuelas (como se vislumbra a la izquierda del mural) derivó en el desarrollo del Índice de Abuelidad, un procedimiento científico que, gracias a los aportes de la genetista estadounidense, Mary Claire King, permitió determinar la filiación de personas -en ausencia de sus padres- mediante el análisis de material genético de sus abuelos y abuelas.
Para concluir con esta restauración temática, en el centro inferior de la pieza aparecen todas juntas y unidas, referenciando ese camino de búsqueda que vienen recorriendo hace décadas, con el apoyo de la investigación científica. Acerca de la iniciativa, la directora del Instituto Superior de Estudios Sociales (ISES, CONICET-UNT), Alejandra Korstanje, considera que es sumamente importante, porque permite seguir fortaleciendo la Comunicación Pública de la Ciencia en materia de Derechos Humanos. En línea con esta apreciación, señala que el público sobre el que hay que hacer foco con estas propuestas es el de los jóvenes, “que no vivieron todas estas situaciones”. Y también para que tengan una noción más acabada de cómo las Ciencias Sociales aportan conocimiento fundamental en este tipo de investigaciones.
El segundo panel evoca a postales del noroeste argentino. Con una composición a todo color, en él se puede apreciar la diversidad de esta región geográfica del país, caracterizada por su riqueza paisajística, de recursos naturales y por el conjunto de especies animales y vegetales que la hacen única. Un sector del país en el que además las estudios científicos -arqueológicos e históricos; biológicos, ecológicos y ambientales, entre muchos otros- son numerosos, y lo convierten en un bastión para el pleno desarrollo la ciencia nacional y de calidad que promueve el CONICET.