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Especialistas en el estudio de la contaminación ambiental de Tucumán recibieron a legisladores provinciales
Referentes del Instituto de Química del Noroeste Argentino, de doble dependencia CONICET-UNT, presentaron los sistemas y las capacidades disponibles para medir en tiempo real y a gran escala la calidad del aire.
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Rodrigo Gibilisco es investigador del CONICET NOA Sur en el Instituto de Química del Noroeste Argentino (INQUINOA, CONICET-UNT) y lidera en la provincia de Tucumán un equipo de trabajo que promueve una serie de proyectos –entre los que se destaca Breathe2Change (respirar para cambiar), que cuenta con el apoyo de empresas argentinas y numerosas instituciones públicas y privadas nacionales e internacionales- para monitorear en tiempo real, a partir del uso de sensores y herramientas dotadas de inteligencia artificial, la calidad del aire; y también para la detección temprana, como otra de las aplicaciones posibles, de distintos focos de incendios que pueden afectar sobremanera la salud de la población.
En este contexto, el especialista –que estuvo acompañado por el director del CONICET NOA Sur, Augusto Bellomio, y por las investigadoras Florencia Fagalde y Aida Ben Altabef, entre otros profesionales del área- se reunió con el legislador Javier Noguera y la legisladora Silvia Elías de Pérez como puntapié para empezar a generar articulaciones que puedan derivar en políticas públicas con base en desarrollos científicos de calidad, y que tiendan en definitiva a mejorar la calidad de vida de las personas.
De acuerdo a Gibilisco, la situación de fuegos e incendios activos en Tucumán se intensifica durante el trimestre que abarca de junio a agosto, como producto de la cosecha de los cultivos y la posterior quema de pastizales, fundamentalmente, en el marco de un cambio climático que no se detiene. “Nosotros analizamos cómo es la progresión de la problemática durante todos los días de la semana, lo que nos permite determinar cuál es el mes de mayor contaminación, que resulta ser el de agosto”, revela. Precisamente, es en esa época invernal cuando se registra el mayor número de enfermedades respiratorias.
Remarca que los resultados con los que cuentan hoy son contundentes y que van más allá de las opiniones. “Forman parte de un saber científico publicado, revisado por pares de todo el mundo. Y hoy eso a nosotros nos tiene que llamar la atención como residentes de Tucumán para pensar en cómo resolver la situación”, señala. En este sentido y para dar un dato referencial, San Miguel de Tucumán supera en casi la mitad del año -alrededor de un 40%- el nivel de contaminación de aire recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en comparación con ciudades como Los Ángeles o París que, a pesar de tener una importante actividad marítima e industrial y una masa superior de vehículos, generan menos emisiones gracias a la aplicación de tecnologías y redes de control que surgen de iniciativas estatales, más políticas de prevención y concientización ciudadana.
“Lo que nos queda es seguir monitoreando para ver qué estrategias políticas y científicas pueden llevar a una mejora. Para ello -concluye el doctor en Ciencias Químicas- necesitamos que estos instrumentos no dejen de funcionar. Y lo estamos logrando todos los días gracias al apoyo institucional del CONICET, de la UNT y también de la Fundación Humboldt de Alemania, de la que también formo parte".
Monitoreo en crecimiento
En colaboración con dos empresas argentinas, el Laboratorio de Estudios Atmosféricos del INQUINOA, encabezado por Gibilisco, desarrolló una red de sensores que miden la contaminación atmosférica. Son equipos que detectan la concentración de las micropartículas que van desde un tamaño menor a 1 micrómetro de diámetro (casi 100 veces más pequeñas que el diámetro del cabello humano) asociadas a actividades industriales, agrícolas, parque automotor, incendios y otras actividades.
“Hasta ahora se encuentran funcionando más de 20 sensores distribuidos por todo el territorio de Tucumán que generan datos en tiempo real”, afirma el investigador que, en 2024, recibió un subsidio del Instituto de Política Energética de la Universidad de Chicago (EPIC), en Estados Unidos, para ampliar esa red a diez provincias del norte y del centro del país.