CIENCIAS EXACTAS Y NATURALES

Exploran el pasado de la Tierra y la vida en otros mundos con la ayuda de financiamientos internacionales

Micaela Della Vedova, Gabriel López Isla y Gonzalo Gabriel Bravo se encuentran cursando becas doctorales del CONICET en el marco de diferentes proyectos de investigación, con el objetivo de reconstruir pasado, evolución y comportamiento de animales prehistóricos, y para entender cómo subsisten y se desarrollan microorganismos en ambientes extremos de la región andina.


Exploran el pasado de la Tierra y la vida en otros mundos con la ayuda de financiamientos internacionales. Foto: Gabriel López Isla.
Exploran el pasado de la Tierra y la vida en otros mundos con la ayuda de financiamientos internacionales. Foto: Micaela Della Vedova.
Exploran el pasado de la Tierra y la vida en otros mundos con la ayuda de financiamientos internacionales. Foto: Gonzalo Gabriel Bravo.

Por medio de estudios en laboratorio y campañas de investigación a campo, un grupo de jóvenes del Instituto Superior de Correlación Geológica (INSUGEO, CONICET–UNT) se propone desentrañar fragmentos de la historia de la Tierra sobre la base de estudios que ponen foco en el Cretácico- tercer y último período geológico de la era Mesozoica, que se extendió desde hace 145 hasta hace 66 millones y que culminó con la extinción masiva de los dinosaurios-, y para comprender la dinámica de los ambientes extremos de la región andina del país, los cuales comparten características similares con ecosistemas inhóspitos de planetas como Marte.

En este contexto, la becaria postdoctoral Micaela Della Vedova y los becarios doctorales Gabriel López Isla y Gonzalo Gabriel Bravo recibieron distintos financiamientos internacionales para continuar con estos proyectos de investigación.

Bravo estudia la diversidad y evolución de los sebécidos, un linaje de cocodrilos terrestres extintos que habitaron América del Sur entre 66 y 37 millones de años atrás. Su investigación combina el análisis morfológico y anatómico —la forma y estructura de los huesos fósiles— con métodos filogenéticos, que permiten reconstruir árboles evolutivos para saber qué especies estaban emparentadas entre sí y cómo surgieron a lo largo del tiempo. También emplea métodos comparativos, que consisten en contrastar características de distintas especies fósiles y actuales para identificar similitudes y diferencias.

Con todas estas herramientas, el becario busca reconstruir las relaciones de parentesco entre los sebécidos e inferir cómo vivían, saber el papel que jugaban en los ecosistemas que habitaban y describir cómo eran los ambientes en los que se desarrollaban. “El registro fósil de estos animales del pasado resulta fundamental para comprender la diversificación de los Crocodyliformes post-extinción, ya que fueron el único grupo de cocodrilos terrestres que logró sobrevivir a la extinción en masa de fines del Cretácico”, cuenta el biólogo.

Della Vedova, por su parte, lleva adelante un proyecto que conecta geología con la vida temprana en la Tierra, los ambientes extremos actuales y la astrobiología, que es la ciencia que investiga la posibilidad de vida en otros planetas. En este marco, su trabajo pone el énfasis en los sistemas microbialíticos andinos: formaciones rocosas generadas por la actividad de comunidades microbianas; que no sólo constituyen los primeros registros de vida en nuestro planeta, sino que también se desarrollan en ambientes extremos donde las condiciones son hostiles - como es el caso de la Puna de Catamarca- para la mayoría de las formas de vida. El estudio de estos sistemas permitiría comprender cómo se desarrollaron las primeras formas de vida en la Tierra primitiva, cuyas condiciones ambientales eran muy similares a las del entorno descripto.

“Mi investigación considera a los microbialitos como análogos naturales para la búsqueda de vida en Marte”, explica la geóloga del INSUGEO, en una tarea que requiere de trabajo de campo y del empleo de herramientas de Sistemas de Información Geográfica (SIG), las cuales permiten realizar mapeos detallados de estas zonas para su caracterización y para establecer comparaciones con posibles ecosistemas marcianos. De esta manera, a través de herramientas de teledetección, es decir de observación de la superficie a distancia mediante satélites o drones, y el análisis geoespacial -estudio de la distribución y características de los ambientes mediante mapas digitales-, Della Vedova se propone comprender los límites de la habitabilidad, es decir, hasta dónde puede sobrevivir la vida, y aportar modelos que sirvan para la exploración planetaria a partir de combinar ciencia terrestre y exploración espacial en un enfoque interdisciplinario.

López Isla, que también es geólogo y becario doctoral en el instituto de doble dependencia CONICET-UNT, investiga huellas fósiles de dinosaurios y otros vertebrados del Cretácico Superior en la Formación Yacoraite, en lo que es hoy en el norte de Jujuy la Quebrada de Humahuaca. Para estudiar estas huellas de hace unos 70 millones de años utiliza fotogrametría 3D, una técnica que permite crear modelos tridimensionales por medio de fotografías para examinarlas con precisión sin producirles daño alguno; y estudios petrográficos, en busca de analizar en detalle las rocas que las contienen para entender su composición y saber cómo se formaron.

“Con esta información podemos reconstruir antiguos paisajes del norte argentino, que en tiempos de dinosaurios eran muy distintos a lo que vemos hoy: en lugar de cerros y montañas, predominaban planicies costeras y ambientes tropicales”, explica el especialista. Además, es importante destacar que compara sus hallazgos con registros de otras regiones del mundo para situarlos en un contexto global.

Para López Isla, este trabajo es importante desde el punto de vista científico “porque nos permite comprender mejor cómo vivieron estos animales y cómo eran sus ecosistemas”, pero también desde una perspectiva cultural y patrimonial: “Conocer el pasado es parte de nuestra identidad y nos ayuda a valorar y proteger el patrimonio paleontológico del territorio en el que vivimos; y en definitiva no se cuida lo que no se conoce”, afirma convencido.

Subsidios para la investigación científica

Bravo recibió recientemente una contribución económica de parte de la Asociación Paleontológica Argentina que, en colaboración con la Fundación Bunge & Born, brindan fondos para fortalecer estudios paleontológicos en el país. El financiamiento otorgado le permitirá analizar en detalle, mediante microtomografía, la anatomía de Lorosuchus nodosus, un enigmático cocodrilo fósil hallado en Tucumán,y aportar nuevos datos sobre su morfología e historia evolutiva dentro del grupo de los sebécidos sudamericanos. Se trata de una iniciativa multidisciplinaria que aborda la fauna fósil y los paleoambientes de la Formación Río Loro, con el objetivo de proteger y valorizar el patrimonio natural de la provincia.

A su vez, Della Vedova recibió el Travel Grant de la Asociación Internacional de Sedimentólogos (IAS, por sus siglas en inglés), que le permitió participar en el “38th IAS Meeting of Sedimentology” realizado en junio de 2025 en Huelva, España. Allí presentó el trabajo “Descifrando los límites de la habitabilidad: análisis geoespacial de los sistemas microbialíticos andinos como análogos para la búsqueda de vida en Marte”, un estudio que fue posible gracias a la articulación entre el INSUGEO y la Universitat de València.

En tanto, Gabriel López Isla obtuvo aportes de dos prestigiosas instituciones internacionales: uno de la Fundación Jurásica, y dos de La Sociedad Paleontológica -organización profesional fundada en los Estados Unidos en 1940- para avanzar con su investigación sobre huellas fósiles de dinosaurios y otros vertebrados de la Formación Yacoraite; en un trabajo que combina icnología, sedimentología y fotogrametría 3D para reconstruir antiguos ecosistemas costeros del noroeste argentino.

Estas líneas de trabajo reflejan la diversidad, calidad y proyección internacional de la ciencia que se produce en Tucumán. En este sentido, destacan la importancia de la formación de jóvenes investigadores tanto en el CONICET como en las universidades públicas argentinas, condición que lleva a seguir sumando conocimiento sobre el pasado de la Tierra y los límites de la vida en nuestro planeta y más allá.