CIENCIAS EXACTAS Y NATURALES

Investigador del CONICET NOA Sur lidera una iniciativa para lograr armonía entre el ecosistema y la humanidad en la Patagonia Argentina que fue premiada por una institución internacional

Desde Tucumán, y en un contexto de constantes cambios climáticos y socio-económicos, Ramiro Ovejero y un equipo de colaboradores proponen la esquila in vivo de guanacos silvestres como solución para que coexistan -y se respeten- las actividades productivas tradicionales de la región. Se busca dar valor agregado al ganado ancestral, el buen uso del suelo y preservar la biodiversidad.


Fibra natural procedente de la lana de camélidos como el guanaco. Foto: gentileza Dr. Ramiro Ovejero.
Guanacos en la Patagonia Argentina. Foto: gentileza Dr. Ramiro Ovejero.

El guanaco es el herbívoro más grande de la región patagónica y el de mayor rango de distribución de todos los camélidos sudamericanos, con una larga historia de uso y de relación cultural con los pueblos originarios que habitaron y habitan nuestros suelos. En nuestro país rige desde 2006 un plan para el manejo que sólo permite el uso de productos obtenidos en vivo. En ese contexto, toma mayor relevancia un proyecto de impronta local que, desde hace más de 20 años, “viene hilando coexistencia, inclusión social, igualdad de género y sustentabilidad ambiental”, describe el biólogo Ramiro Ovejero, investigador adjunto del Instituto de Ecología Regional (IER, CONICET-UNT) y líder de la iniciativa “Fibra Patagónica Amigable con la Vida Silvestre: fortalecimiento de la capacidad de sustentabilidad para el uso del guanaco”.

Esta propuesta liderada por Ovejero, especialista en ecología espacial y de poblaciones silvestres; fisiología aplicada al manejo y conservación de fauna y del paisaje del IER, cuenta con la colaboración de personas e instituciones del país y del extranjero. Principalmente, se basa en la esquila in vivo de guanacos silvestres como una solución basada en la naturaleza (NBS, por sus siglas en inglés) para que coexistan -y se respeten- las diferentes actividades productivas tradicionales en equilibrio con la producción ganadera, en busca de un buen uso del suelo y de la protección de la biodiversidad.

De hecho, la iniciativa de Ovejero y compañía recibió en 2020 un premio de la United States Fish and Wildlife Service (USFWS), en reconocimiento a su empeño de conservar altos estándares de bienestar animal, inclusión social y sustentabilidad ambiental. “Gracias a este premio podemos seguir fomentando soluciones basadas en la naturaleza y acciones favorables para con la vida silvestre, que nos permitan frenar el acelerado proceso de degradación del suelo, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático -destaca el investigador-; pero sobre todo, darle tiempo al planeta para recuperar los recursos necesarios para su funcionamiento… y para el nuestro”. Vale aclarar que Ovejero se refiere a seguir fortaleciendo los objetivos ODS, Aichi (chequear en la captura) y Sendai, contemplados en el proyecto.

“Uno de los desafíos más polarizantes de la actualidad en Sudamérica tiene que ver con encontrar la mejor manera de gestionar las tierras públicas establecidas para usos múltiples, y de este modo establecer un equilibrio en el uso de las tierras privadas destinadas a la producción”, resalta Ovejero, con la mirada puesta, con particular énfasis, en la Patagonia Argentina, especialmente en su población de guanacos. “Desde el comienzo del Antropoceno -etapa geológica que se caracteriza por el significativo impacto global de las actividades humanas sobre los ecosistemas terrestres-, el manejo de las tierras mantuvo la dicotomía ‘público-privado’ en los tomadores de decisión, siempre con una mirada eurocéntrica y en pos de un ´desarrollo´ que nos dejó siglos de perjuicios para con nuestros recursos naturales”, explica, y resalta que en la actualidad se sostienen las mismas prácticas e idénticos paradigmas productivos. “Pero el planeta Tierra requiere un cambio urgente”, enfatiza.

La médica veterinaria Carolina Marull junto a los doctores Ovejero (centro) y Carmanchahi.

La piedra angular: respetar los saberes y las costumbres ancestrales

Al desafío ambiental y al de mejorar la distribución de tierras se suma el conflicto humano versus fauna silvestre. En la estepa andina patagónica, ecorregión que comprende casi 700.000 kilómetros cuadrados en el sur de nuestro país, más del 90% de la tierra es de propiedad privada, y en su mayor parte fue convertida para la cría de ganado ovino/caprino. No obstante, en las zonas rurales de la Patagonia pastores trashumantes todavía recorren con sus rebaños hasta 200 kilómetros entre las zonas de alimentación de invierno y de verano. “Lo hacen acompañados por sus familias -describe Ovejero-, e incluso, en muchos casos, por los profesores de colegio de los niños”. Este paradigma de producción con más de 100 años de historia de sobrepastoreo, cuenta, condujo a un severo proceso de desertificación de la Sabana Sudamericana.

A esta situación se sumó la declinación de las poblaciones de guanacos (Lama guanicoe) como consecuencia de la percepción negativa que tienen de ellos las comunidades locales, ya que los consideran competidores naturales de las ovejas. “La implementación de leyes para proteger nuestros recursos naturales y el retroceso numérico del ganado ovino provocó que las poblaciones de guanacos se fueran recuperando, lo que revivió este viejo conflicto”, explica Ovejero. Sin embargo, a pesar de que el ganado ovino tiene una densidad superior a la capacidad de carga de la estepa -y más allá de la pérdida de rentabilidad económica y de la pobre gestión en el manejo de los rebaños-, sigue siendo la principal actividad productiva de la región.

 

Una solución basada en la acción colectiva

En resumen, el proyecto se erige sobre el concepto de “hilar coexistencia”, mediante la tarea conjunta de actores con diferentes competencias, para favorecer la relación entre la biodiversidad y los humanos, la inclusión social y la sustentabilidad ambiental. “Los pastores locales necesitan una alternativa para poder enfrentar el cambio climático y los cambios socio-económicos”, indica el investigador, y propugna incluir la actividad productiva tradicional para no perder el acervo cultural de la región, pero también con la intención de recuperar el hábitat, y reducir la competencia y los conflictos con la vida silvestre.

Ovejero no está solo en esto: el doctor Andrés Novaro, también investigador del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (IMBIOMA, CONICET-UNCOMA), se suma a este esfuerzo a través de un proyecto a largo plazo que, financiado por el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE.UU., la Fundación Patagonia, Disney y Kering, está destinado a fortalecer diversos aspectos de la coexistencia y la adaptación en la región. Estos se encaminan a proteger el ganado -con métodos no letales- de los depredadores, con la finalidad de que haya rebaños más saludables, productivos y, en algunos casos, de menor tamaño. Pero también se busca lograr la certificación ambiental de la producción ganadera y la implementación de ventas de fibra certificada, y así mejorar ingresos e incentivar las prácticas de coexistencia y de adaptación, tanto de ovinos y caprinos como de guanacos, en mercados nacionales e internacionales. “Existe un creciente interés por la implementación de cadenas de valor que permitan a los pobladores rurales no sólo coexistir con la biodiversidad, sino adaptarse a la creciente aridez y a los eventos climáticos extremos, y mitigar la degradación de hábitats”, señala Novaro. En síntesis, estos proyectos buscan implementar experiencias piloto, tanto en Reserva La Payunia (área natural protegida ubicada al sur de la provincia de Mendoza) como en otros sitios de la estepa, que puedan replicarse en otras áreas de la Patagonia sometidas a la degradación de hábitats, y a conflictos crecientes entre la ganadería y la fauna silvestre.

Todo esto se trabaja en conjunto con la cooperativa Payun Matru, y Melania Moraga, su actual presidenta, cuenta que su creación marcó un hito: es la primera experiencia para el manejo de guanacos silvestres en Argentina -y en el cono sur- llevada a cabo por pequeños productores: “A lo largo de estos años, se desarrollaron productos derivados del uso sustentable del guanaco, con lo cual se generó empleos y se evitó la emigración de los jóvenes a las ciudades; además se ha constituido en un espacio para preservar la cultura y las tradiciones locales”. “Estas finas fibras contribuyen a preservar el hábitat de la vida silvestre, los medios de vida sostenibles y una forma de vida”, destaca, orgullosa.


Proyecto: “Widlife Friendly Patagonian Fiber: Building capacity for sustainabilty for guanaco use”.

Equipo de Trabajo

  • Ramiro Ovejero (investigador tucumano del CONICET), Instituto de Ecología Regional-IER-CONICET NOA Sur, Universidad Nacional de Tucumán, Edificio las Cúpulas, Horco Molle, Yerba Buena (4107), Tucumán-Argentina.
  • Dr. Pablo Carmanchahi*; Dr. Pablo Gregorio*; Dra. Antonella Panebianco*; Dra. Natalia Schroeder**; Lic. Antonella Marozzi*; Med. Vet. Virginia Rago*, Dr. Leonardo Leggieri*-*Grupo de Investigación en Ecofisiología de Fauna Silvestres (GIEFAS) INIBIOMA  CONICET. Asentamiento Universitario de San Martín de los Andes. Universidad Nacional del Comahue. Pasaje de la Paz 235. San Martín de los Andes (8370), Neuquén-Argentina.** Witral-Red de Investigaciones en conservación y manejo de vida silvestre en sistemas socio-ecológicos”. Instituto Argentino de Investigaciones de Zonas Aridas (IADIZA-CCT-CONICET-MENDOZA).
  • Dr. Andres Novaro, INIBIOMA-CCT PATAGONIA NORTE-CONICET, Quintral 1250 - San Carlos de Bariloche, Río Negro-Argentina. Premiado por: United States Department of the Interior, FISH AND WILDLIFE SERVICE (F20AP00100), 5275 Leesburg Pike, Falls Church, VA 22041.

Por Maximiliano Grosso