CIENCIAS EXACTAS Y NATURALES

Los pumas en Argentina: ¿dónde están y qué factores afectan su subsistencia?

Gracias a un reciente estudio, liderado por una investigadora del CONICET NOA Sur y un especialista de Brasil, es posible determinar cuáles son las variables que influyen en la conservación de estos mamíferos, valiosos para el equilibrio de los ecosistemas del Chaco Seco de Argentina.


Foto ilustrativa del Puma.
Sofía Nanni y André Regolin, autora y autor principal del trabajo.
Foto de puma obtenida mediante cámara-trampa en un sitio del Chaco salteño.
Camino rural que atraviesa un sector de bosque chaqueño.
Campo de silvopasturas, uno de los agroecositemas relevados en este estudio, donde se avista además una corzuela parda o guazuncho.
Sofía Nanni colocando una cámara trampa en un ambiente típico de la región de estudio.

Un depredador tope es aquel que en su entorno de acción no cuenta con otras potenciales amenazas, aspecto que le permite ocupar la cima de la cadena alimentaria. El jaguar y el puma son dos de los más importantes representantes en nuestro país, y por lo tanto cumplen un rol imprescindible en el equilibrio de los ecosistemas terrestres, al regular las poblaciones de sus presas. Sin embargo, no están teniendo uno sino varios inconvenientes para subsistir:

Además del considerable tamaño que poseen, son de recorrer amplios territorios. Y este dato no es menor, ya que son sensibles a la pérdida y modificación del hábitat como resultado de la expansión agropecuaria. Por otro lado, suelen atacar frecuentemente al ganado y a otros animales domésticos, situación que ocasiona intentos de erradicación mediante la cacería ya que perjudica a las comunidades que comparten territorio con ellos. Todos estos factores -que en general operan de manera conjunta- condujeron a que ambos superpredadores hayan sufrido retracciones significativas en diversas regiones.

Tal es así que en nuestro país el jaguar se encuentra en peligro crítico de extinción y sus ejemplares disminuyeron ostensiblemente en las últimas décadas. Actualmente se distribuye sólo en el norte, más precisamente en las ecorregiones de Selva Paranaense, Yungas y Chaco Seco. La realidad del puma, en cambio, es otra: aún habita gran parte del territorio, pero también sufrió retracciones puntuales en algunas zonas como consecuencia de las mencionadas actividades humanas.

En este sentido, Sofía Nanni, investigadora del Instituto de Ecología Regional (IER, CONICET-UNT), en conjunto con un especialista de la Universidad de Goiás, en Brasil, trabajan en pos de identificar cuáles son las variables que influyen sobre la probabilidad de ocurrencia del puma en agroecosistemas, a la vez que realizaron un mapeo para saber dónde es más probable hallarlo a lo largo y ancho de la ecorregión chaqueña de Argentina. El resultado de esta investigación fue recientemente publicada en Journal for Nature Conservation.

 

La situación actual

Puntualmente, en el Chaco Seco de Argentina –que abarca 49 millones de hectáreas de bosques subtropicales secos, pastizales y cardonales en sectores del norte de San Luis, Córdoba, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Chaco y Formosa-  la expansión agrícola y ganadera provocó la pérdida de aproximadamente un 25% de la cobertura natural. Asimismo, alrededor de la mitad de las áreas naturales se encuentran habitadas por comunidades criollas e indígenas que dependen en buena medida de los recursos que allí están disponibles. Por todos esos motivos, se trata de una ecorregión de gran valor ecológico y cultural, y por eso Nanni y compañía ponen sus esfuerzos en monitorear la zona, que también constituye el área de estudio de colegas de distintas instituciones del país y del mundo.

“Este estudio forma parte de un proyecto más amplio en el que investigamos cómo influyen las actividades productivas sobre el ensamble de mamíferos de mediano y gran tamaño en agroecosistemas de la región chaqueña”, revela Nanni, investigadora del IER y protagonista de este trabajo en coautoría con su colega de Brasil, André Regolin, y otros cinco profesionales del país y del exterior. La metodología dispuesta por los y las especialistas consistió en el relevamiento de muestras con cámaras trampa y entrevistas a distintos actores para entender mejor la relación que tienen los y las residentes en convivencia con este grupo de especies.

Otro aspecto a destacar como novedoso es que para el análisis no se centraron en áreas protegidas o bosques en buen estado de conservación, sino en lo opuesto: paisajes modificados por humanos, ya que, por sus grandes requerimientos de territorio, son numerosas las especies que para su conservación a largo plazo necesitan subsistir en esos contextos que sufrieron modificaciones sustanciales. “Nos interesamos en analizar en mayor detalle los factores que influyen sobre la ocurrencia del puma por su importante rol como predador tope en la región, dadas las bajas densidades del jaguar”, señala Nanni, y agrega que a pesar de que el puma es frecuente en la ecorregión chaqueña, otros estudios realizados en la zona indican que su presencia está disminuyendo, aún en áreas protegidas y bosques en buen estado de conservación.

 

La realidad del puma en el Chaco Seco

Las variables que mejor explican la probabilidad de ocurrencia del puma según el equipo fueron dos: la cantidad de bosque, y la cantidad de pasturas en relación con los cultivos alrededor de cada cámara-trampa. La primera influyó positivamente sobre la probabilidad de presencia de este felino, explican, mientras que, a menor cobertura de bosque, la probabilidad de ocurrencia disminuyó en sitios dominados por pasturas, en comparación a sitios cubiertos por cultivos. “Esperábamos encontrar una mayor probabilidad de conservación en sitios con mayor cobertura de bosque, porque a pesar de ser adaptable, se sabe que los ambientes naturales constituyen un hábitat óptimo para la especie”, explica la investigadora.

Otro dato que que les llamó la atención fue la influencia negativa de la proporción de pasturas relativa a la de los cultivos, pero creen que puede deberse indirectamente a una sostenida presencia humana y a potenciales conflictos, dado que en general por su manejo, los campos ganaderos implican una mayor cantidad de gente en el terreno. “Esto podría llevar a que el puma evite estos sitios”, asegura Nanni. Y por eso, considera que algo importante que se desprende de este trabajo es la necesidad de explorar en mayor detalle la influencia de distintos usos y manejos de la tierra sobre la fauna, para entender mejor qué estrategias son necesarias en cada situación. “Mientras que en campos agrícolas la conservación de remanentes de bosque es fundamental para conservar a este depredador, en campos ganaderos deberían además incorporarse estrategias para promover la convivencia entre el puma y la gente”, sugiere la especialista.

Según el mapa generado por el equipo, la probabilidad de encontrar al puma es alta en más de la mitad de la ecorregión. Esto, para Nanni, permite establecer estrategias proactivas que apunten a conservar a la especie y los ambientes en los que habita, sin dejar de remarcar la necesidad de generar iniciativas en torno a la convivencia entre el animal y la comunidad. “Como solución, estamos trabajando en identificar áreas de mayor conflicto, combinando los datos generados en este trabajo con datos de depredación de ganado obtenidos mediante entrevistas. A su vez, comenzamos a probar intervenciones para reducir la esta problemática en sitios particulares”, señala, y concluye: “Es importante que las estrategias de conservación estén alineadas con los intereses y las necesidades de quienes comparten el territorio con la fauna, en especial en el caso de especies que pueden generar impactos negativos, como los grandes carnívoros”.

 

Autores: Sofía Nanni, André Luis Regolin, Pedro D. Fernández, Anthony J. Giordano, Felipe Martello, Larissa L. Bailey y Mauro Lucherini. 2023.

 

https://doi.org/10.1016/j.jnc.2023.126475